Angela Merkel ¿la poderosa?
En el año de varias elecciones presidenciales en Europa, Alemania aguarda turno hasta septiembre con la canciller actual en terreno incierto
Por MARYAM CAMEJO, Revista cubana Bohemia
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Algunos medios la llaman la mujer más poderosa, y otros han querido colgarle al cuello el cartel de salvadora del mundo. Así pintan a Angela Merkel. De seguro, es pretencioso tildarla de más poderosa, pero al menos puede decirse que está entre las más estresadas. El trabajo que tiene, más el que los medios quieren sumarle a la espalda es demasiado peso para que una sola persona cargue con él.
Muchos asumen que la canciller alemana es quien debe suavizar la tensión entre musulmanes y no musulmanes, mantener unida a la Unión Europea (UE) bajo la mirada de Trump, hacer lo correcto en Oriente Próximo, evitar un nuevo atentado terrorista en Alemania e impedir la emigración de África. Y, por último —se escuchan los tambores, aquí viene lo más fuerte— Merkel tiene que salvar los valores occidentales. Pum, cierre de nivel, buen discurso.
¿Acaso la canciller —que ni siquiera sabe si será reelegida— está dando servicio de reparación política? ¿Dónde está el taller? Si existen medios de prensa otorgándole a Merkel un papel tan alto, solo puede leerse que esperan que la caída suene bien fuerte. Así, por ejemplo, desluce la figura política cuando no logra un acuerdo sobre cambio climático en la reunión del G7, donde a pesar de los esfuerzos de los presidentes, Donald Trump impidió tomar decisión sobre el tema.
Y entonces nos topamos con otra cara del problema, al fin y al cabo el terrorismo no es algo que pueda resolverse con los esfuerzos de un solo mandatario, sino de conjunto y velando realmente por el interés común de alcanzar la paz, lo que, hasta el momento, no se concreta en acciones.
Merkel, como candidata de la Unión Cirstiano Demócrata (CDU) y con el apoyo de CSU (Unión Social Demócrata), enfrenta ahora una amenaza real para la continuidad de su mandato, y su nombre es Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo y candidato del Partido Socialdemócrata (SPD).
La prensa germana ha dicho que es un hombre conocedor de los extremos humanos a partir de su propia experiencia y que a diferencia de muchos políticos, es capaz de creer y usar la autorreflexión. Se ha dicho también que es el primer aspirante a canciller del SPD que encarna los valores socialdemócratas.
Shulz soñó con ser futbolista profesional, pero sus aspiraciones se destruyeron a causa de una grave lesión de rodilla. Fue librero de profesión y estuvo a cargo de su propia tienda, hasta que asumió su cargo como eurodiputado. Según publican los medios extranjeros es un hombre que sabe lo que es el desempleo, el alcoholismo y perder a la familia.
Dicho así, cualquiera compraría la mercancía. Venden la imagen de Schulz no como eurodiputado, o candidato de trayectoria, sino, antes de todo eso, como un hombre cercano, un compatriota y una persona que entiende de dificultades.
Schulz se ha referido a su programa electoral, cuya aprobación definitiva será a finales de este mes, y que se basará en “la igualdad, el respeto y la dignidad”. Planea dar un giro a la izquierda y corregir la llamada Agenda 2010, el programa de reformas del Gobierno rojiverde que encabezó Gerhard Schröder. Aboga por “más respeto” para los que trabajan y se compromete por la igualdad de salarios para los mismos trabajos, garantizar las pensiones, invertir más en educación y aliviar las cargas familiares.
Además, el candidato socialdemócrata le concede gran importancia a una UE como respuesta a los problemas del mundo actual.
Con un discurso de este calibre, claro que Angela Merkel está en aprietos. Tras más de once años como canciller, muchos auguran que estas elecciones serán las más difíciles que haya vivido el país desde la reunificación en 1990, debido a la gran polarización de la sociedad, donde influyen los problemas que concierne a la UE como grupo, y luego los propios e internos del país exacerbados por la crisis de refugiados y los atentados terroristas.
Todavía le quedan a Merkel unos meses para intentar convencer a los alemanes de que un cambio no es la mejor alternativa. Pero sin dudas, el llamado “efecto Schulz” se está sintiendo en el entusiasmo que ha impulsado al SPD en intención de voto. Es real: el socialdemócrata tiene serias posibilidades de hacerse con la presidencia. En ese caso a Merkel le va quedando menos tiempo. Será que en las últimas horas… ¿podrá salvar el mundo?
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Algunos medios la llaman la mujer más poderosa, y otros han querido colgarle al cuello el cartel de salvadora del mundo. Así pintan a Angela Merkel. De seguro, es pretencioso tildarla de más poderosa, pero al menos puede decirse que está entre las más estresadas. El trabajo que tiene, más el que los medios quieren sumarle a la espalda es demasiado peso para que una sola persona cargue con él.
Muchos asumen que la canciller alemana es quien debe suavizar la tensión entre musulmanes y no musulmanes, mantener unida a la Unión Europea (UE) bajo la mirada de Trump, hacer lo correcto en Oriente Próximo, evitar un nuevo atentado terrorista en Alemania e impedir la emigración de África. Y, por último —se escuchan los tambores, aquí viene lo más fuerte— Merkel tiene que salvar los valores occidentales. Pum, cierre de nivel, buen discurso.
¿Acaso la canciller —que ni siquiera sabe si será reelegida— está dando servicio de reparación política? ¿Dónde está el taller? Si existen medios de prensa otorgándole a Merkel un papel tan alto, solo puede leerse que esperan que la caída suene bien fuerte. Así, por ejemplo, desluce la figura política cuando no logra un acuerdo sobre cambio climático en la reunión del G7, donde a pesar de los esfuerzos de los presidentes, Donald Trump impidió tomar decisión sobre el tema.
Y entonces nos topamos con otra cara del problema, al fin y al cabo el terrorismo no es algo que pueda resolverse con los esfuerzos de un solo mandatario, sino de conjunto y velando realmente por el interés común de alcanzar la paz, lo que, hasta el momento, no se concreta en acciones.
Merkel, como candidata de la Unión Cirstiano Demócrata (CDU) y con el apoyo de CSU (Unión Social Demócrata), enfrenta ahora una amenaza real para la continuidad de su mandato, y su nombre es Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo y candidato del Partido Socialdemócrata (SPD).
La prensa germana ha dicho que es un hombre conocedor de los extremos humanos a partir de su propia experiencia y que a diferencia de muchos políticos, es capaz de creer y usar la autorreflexión. Se ha dicho también que es el primer aspirante a canciller del SPD que encarna los valores socialdemócratas.
Shulz soñó con ser futbolista profesional, pero sus aspiraciones se destruyeron a causa de una grave lesión de rodilla. Fue librero de profesión y estuvo a cargo de su propia tienda, hasta que asumió su cargo como eurodiputado. Según publican los medios extranjeros es un hombre que sabe lo que es el desempleo, el alcoholismo y perder a la familia.
Dicho así, cualquiera compraría la mercancía. Venden la imagen de Schulz no como eurodiputado, o candidato de trayectoria, sino, antes de todo eso, como un hombre cercano, un compatriota y una persona que entiende de dificultades.
Schulz se ha referido a su programa electoral, cuya aprobación definitiva será a finales de este mes, y que se basará en “la igualdad, el respeto y la dignidad”. Planea dar un giro a la izquierda y corregir la llamada Agenda 2010, el programa de reformas del Gobierno rojiverde que encabezó Gerhard Schröder. Aboga por “más respeto” para los que trabajan y se compromete por la igualdad de salarios para los mismos trabajos, garantizar las pensiones, invertir más en educación y aliviar las cargas familiares.
Además, el candidato socialdemócrata le concede gran importancia a una UE como respuesta a los problemas del mundo actual.
Con un discurso de este calibre, claro que Angela Merkel está en aprietos. Tras más de once años como canciller, muchos auguran que estas elecciones serán las más difíciles que haya vivido el país desde la reunificación en 1990, debido a la gran polarización de la sociedad, donde influyen los problemas que concierne a la UE como grupo, y luego los propios e internos del país exacerbados por la crisis de refugiados y los atentados terroristas.
Todavía le quedan a Merkel unos meses para intentar convencer a los alemanes de que un cambio no es la mejor alternativa. Pero sin dudas, el llamado “efecto Schulz” se está sintiendo en el entusiasmo que ha impulsado al SPD en intención de voto. Es real: el socialdemócrata tiene serias posibilidades de hacerse con la presidencia. En ese caso a Merkel le va quedando menos tiempo. Será que en las últimas horas… ¿podrá salvar el mundo?
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