Odisea por la supervivencia
Por MARÍA VICTORIA VALDÉS RODDA
Revista cubana
www.bohemia.cu
Triste es la situación de la minoría musulmana en Myanmar. Con buena suerte el hijo recién nacido de Hamida logre crecer sano y amparado por la vacuna del cólera que distribuye la Organización Mundial de la Salud dentro de los campamentos de refugiados en Bangladesh, a donde los llamados rohingyas han debido huir dada la discriminación que sufren en lo que fue la antigua Birmania.
Conmueven los relatos de algunos colegas de la prensa occidental acerca de la precariedad de este conglomerado étnico establecido en lugares lejanos de su hogar. Como bastante caótica ha calificado la situación Sara Bordas, jefa del Trabajo de Campo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Mientras que Maherin Ahmed, portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA) enfatizó lo dicho por la mayoría de las agencias de la ONU referido a la urgencia de agua, comida, tiendas de campaña y recursos financieros, cuyo monto debería elevarse a los 344 millones de dólares.
En este punto es preciso preguntarse en qué se invertiría ese dinero: ¿en aliviar la situación extrema de este conglomerado humano, en emigración forzada desde el 25 de agosto de 2017 o en desarrollar su lugar de origen dentro de Myanmar? Cualquiera de los dos propósitos sería correcto teniendo en cuenta, de un lado, las dantescas imágenes de los campamentos de refugiados en Bangladesh y del otro, que esta etnia carece de las mínimas condiciones para emprender proyectos propios de crecimiento económico, beneficiosos para sus demarcaciones.
Herencia colonial
Llegado a este punto es preciso evaluar las situaciones históricas en su contexto real. La primera causa de esta tragedia de signo humano es indudablemente resultado directo del colonialismo y del reparto de rapiña imperial. Pasó en todas partes; en América Latina, África, Asia, e incluso en algunos pueblos europeos.
El conquistador privilegiaba a unos grupos por encima de otros, y una vez ganada la independencia, los conglomerados “bendecidos” por la Corona de turno, se hicieron con el poder. Así, en las naciones liberadas ciertas minorías que no siempre eran tan exiguas, quedaron supeditadas con serias pérdidas en lo económico, social y político. Conocido es el axioma de “divide y vencerás”.
Ejemplo de lo anterior, durante algún tiempo la entonces Birmania fue administrada únicamente como una provincia india, desechando sus características peculiares, y en esa distorsión, las minorías fueron quedando relegadas.
Aclarado esto es posible entender mejor los acontecimientos actuales en varias partes del mundo: por ejemplo, en la Araucanía chilena y argentina con el abandono de su población mapuche, en los conflictos tribales en tierras africanas, exacerbados en épocas de elecciones, y en fecha reciente, en el éxodo forzoso de los rohingyas.
De los 135 grupos étnicos de la población de la actual Myanmar curiosamente el millón de rohingyas no figura en las estadísticas oficiales. Y desde su primera migración, en el siglo XII, se le ha considerado una comunidad segregada y mal vista, a partir de sus nexos con los países vecinos con un alto porcentaje de fieles al Islam. En el caso que nos ocupa, desde 1982 se le ha negado la ciudadanía a este segmento, incluso habiendo nacido allí.
Telón de fondo
Myanmar tiene una posición geopolítica privilegiada en la región, el estrecho de Malaca es un paso estratégico para el comercio de petróleo desde Oriente Medio hacía buena parte de los países asiáticos. Además, cuenta con importantes reservas de gas y de pesca, y tiene asimismo abundantes bienes como madera y las piedras preciosas como el jade. De tal suerte, Myanmar es una pieza codiciada por muchos. Para colmo, grande es la riqueza gasífera que atesora el estado occidental de Rakhine, zona por excelencia de esta minoría musulmana, mientras que entre los 55 millones de habitantes de Birmania predomina el budismo.
Se estima que esas reservas constituyen las décimas en el planeta, dato que nos permite afirmar que bien pudieran ser el trasfondo de la cuestión.
Es prácticamente imposible abordar en este texto la complejidad de la historia nacional, sin embargo, es pertinente precisar que Myanmar llevó a cabo una lucha independentista por la senda del marxismo y maoísmo con peculiaridades muy propias, entre las que sobresale un relativo hermetismo, el cual, incluso hoy, impide una evaluación exhaustiva de su quehacer interno. No obstante, ha contado con el apoyo de la República Popular China (RPCH), y por ende ha suscitado el encono de los Estados Unidos.
Fuentes consultadas recuerdan que en 1997 las empresas estadounidenses perdieron el derecho a invertir en la antigua Birmania, lo que condicionó un grupo de sanciones de Washington con el pretexto de supuestas violaciones a los derechos humanos y falta de democracia.
Ese último aspecto llamó la atención en 2003 del magnate George Soros, conocido públicamente por incentivar “revoluciones de colores” en varias de las exrepúblicas soviéticas. Al mismo tiempo, se prohibieron todas las importaciones procedentes de Myanmar y los activos de la junta militar birmana en Estados Unidos fueron congelados. Se boicotearon asimismo los préstamos a ese país asiático de parte de las instituciones financieras internacionales. Paradójica y muy oportunistamente, Washington les dio luz verde a las llamadas organizaciones humanitarias y religiosas que, aparentemente sin fines de lucro, reciben financiamiento del Gobierno estadounidense. Especialistas aseguran que tal panorama favoreció la victoria electoral de su actual primera ministra, Aung San Suu Kyi.
Así las cosas, la preocupación de Soros “coincidió” con el creciente interés energético en colosos como India y China. Al respecto, Dmitry Egorchenkov, subdirector del Instituto de Estudios Estratégicos y Pronóstico de la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Rusia, señala que existen ciertas causas internas detrás de la crisis de los rohingyas. Él sustenta además que el problema podría estar siendo “alimentado” por actores externos.
Asegura este experto que se trata, ante todo, de un juego contra China, nación con la que Myanmar comparte frontera. Ante la cadena noticiosa rusa RT el especialista afirmó que con el descubrimiento de las reservas de energía en Rakhine (territorio del asentamiento Rohingya) y el inicio de labores conjuntas con China para construir un oleoducto, las supuestas organizaciones democráticas se activaron, mientras los medios del mundo occidental solo mencionaban un “conflicto interreligioso” allí. Lo cierto es que 120 000 musulmanes fueron obligados a salir del país para escapar de la violencia y el derramamiento de sangre.
Cabe destacar que Myanmar es también la principal puerta al sudeste de la India, y uno de los países más cercanos con importantes reservas de gas natural no solo en Rakhine, que el Gobierno de Delhi desea importar.
La experta española en relaciones internacionales, Antía Mato manifiesta en su texto La política de la India hacia Myanmar: la importancia de las relaciones de vecindad en Asia meridional (ARI) que desde mediados de los años 90 del siglo pasado, Nueva Delhi ha ido acrecentando sus contactos con Myanmar que pudiera tener motivos principalmente económicos, derivados del impulso de la política exterior india de “Mirada al Este”, con el fin de reforzar las relaciones con los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, Asean.
Myanmar ingresó en la Asean en 1997, lo cual suscitó el interés tanto de China como de la India. Esta Asociación es una comunidad económica de 584 millones de personas que constituye el segundo mercado más grande de la región después de China. Y eso explicaría el gradual interés del Imperio yanqui. En ese sentido, el investigador geopolítico, Tony Cartalucci, en un enjundioso informe, manifiesta que la subversiva Fundación Nacional para la Democracia (NED), de Estados Unidos, “ha estado a la vanguardia de los esfuerzos programáticos para promover la democracia y mejorar los derechos humanos en Birmania desde 1996, proporcionando por ejemplo, en 2003, 2 500 000 dólares en fondos”. En ese mismo documento, este especialista denuncia que la actual primera ministra Suu Kyi y su frente de propaganda, el New Era Journal, fueron financiados por esa Fundación, presidida por neoconservadores, entre ellos, el Open Society Institute, de George Soros, y el Departamento de Estado norteamericano.
Hay otro dato sumamente interesante relacionado con la postura del anterior presidente estadounidense Barak Obama. Este, en su estrategia de acercamiento a Asia para contrarrestar la influencia china, en noviembre de 2012 visitó Myanmar y cuatro años después, en diciembre de 2016, emitió una orden ejecutiva que levantó una larga data de sanciones comerciales por parte de su país hacia la República de la Unión de Myanmar. Se destaca la renovación de los beneficios comerciales del Sistema Generalizado de Preferencias (GSP, en inglés), que fueron suspendidos a ese país en 1989, durante el mandato de George W. Bush.
Mientras eso sucedía en el plano de la alta política, iba en aumento la severa crisis de falta de atención y de vulneración de los derechos de la minoría musulmana, aplastada una y otra vez, especialmente por el Imperio yanqui. Pero qué se puede esperar de ese país, cuando a finales de 2017 recortó su aporte financiero a las Naciones Unidas. ¡Qué quedará pues para una minoría étnica!
Población vulnerable
Aun cuando este tema ha sido objeto de severas miradas por parte de la comunidad mundial, lo cierto es que al cierre de 2017 los rohingyas seguían a medio atender. Por su parte, el Gobierno culpa a los “extremistas terroristas” o al Ejército de Salvación Rohingya de Arakán, ESRA, por el clima creado tras adjudicarse, el 25 de agosto pasado, un ataque contra un cuartel del Gobierno. Esa postura ha influido en el juicio de valor de la comunidad internacional, el cual se encuentra dividido entre quienes consideran que se debe ser más exigente con la junta militar del país y los que se inclinan por fomentar lazos económicos con Myanmar, tendencia a la que se suman China, India, Corea del Sur y la Asean.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha dicho en más de una ocasión sentirse “profundamente preocupado” por la violencia en la región de Rakhine. La cifra de emigrantes ya rebasa los 500 000, más los cientos que permanecen entre ese estado y el sureste de Bangladesh, en espera de poder acceder a dicha tierra vecina a través del río que los separa. Quienes logran pasar las aguas del Naf lo hacen incluso con riesgos para la vida, pues muchos utilizan balsas precarias.
Una vez en suelo extranjero prosigue la odisea por la supervivencia. Entonces la Agencia de la ONU para los Refugiados, Acnur, en Bangladesh, aporta ayuda en un centro de tránsito en el que se brindan alimentos, agua, artículos de primera necesidad, y chequeos médicos.
Mark Pierce, director de la ONG Save The Children en Bangladés declaró a la prensa local que “mucha gente llega famélica y exhausta” porque este tipo de refugiados se ve a veces forzado a caminar durante semanas prácticamente sin comida ni agua para beber. “El sufrimiento podría ir a peor si no se cubren las necesidades más básicas”, advierte Pierce.
Precisamente por el despliegue de activismo mundial, los Gobiernos de Bangladesh y Myanmar acordaron a mediados de enero del año en curso darse un plazo de dos años para efectuar el regreso de los más de 650 000 rohingyas. Visto con frialdad esto es ya un paso de avance, sin embargo, la precariedad con que viven amerita mayor prontitud en solucionar este asunto
El embajador de Bangladesh en Myanmar, Mohammad Sufiur Rahman, indicó que la instalación de viviendas modulares para los repatriados “se completará dentro del plazo de dos años después de empezada la repatriación”, tal como informó Prensa Latina. Según esta fuente semanalmente serán repatriados 15 000 rohingyas en una primera etapa, y luego, pasados tres meses, se evaluará la posibilidad de aumentar la cantidad.
Genocidio
En consideración de la ONU esta minoría musulmana ha sido víctima de una limpieza étnica. Este es el parecer de Zeid Ra’ad Al Hussein, Alto Comisionado de dicha organización planetaria para los Derechos Humanos. El funcionario estimó que evaluando la discriminación sistemática de la que son víctimas, los malos tratos, así como los desplazamientos forzados es imposible negar la presencia posible de elementos de genocidio.
De ahí que el Alto Comisionado pidiera a los 47 Estados miembros del Consejo de Derechos Humanos tomar las medidas necesarias para finalizar con “esta locura”. Asimismo, lamentó que las autoridades birmanas les cierren las puertas al oeste del país a los investigadores internacionales.
Por la no discriminación de credo
El papa Francisco, en su visita del 3 de diciembre de 2017 a Bangladesh, agradeció desde su apostolado al gobierno de ese país sudasiático por estimar que “ha hecho todo lo posible por los refugiados, que ya superan al millón de personas. Lo que hace Bangladesh por ellos es enorme, un ejemplo de acogida”, enfatizó y luego de un intercambio con un grupo de rohingyas, les pidió perdón en nombre de quienes los persiguen.
Al cierre de esta edición, la Acnur reiteraba los llamamientos para un acceso humanitario sin restricciones a todas las comunidades necesitadas en el Estado de Rakhine. Igual se levantaron voces amigas a favor del derecho al retorno de los refugiados que huyeron desde Myanmar a Bangladesh. Por el momento esta perspectiva se dificulta dada las tensiones en la zona.
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