SE APRENDE, PERO A VECES LLEGA A DOLER
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Como tantas otras veces, desde que nos conocimos hace ya 13 años, me presenté en la sala de su casa. En esta ocasión no fui a disfrutar de los exquisitos dulces caseros ni de la agradable platica de su abuela. Tampoco lo hice como el amigo fiel de casi media vida.
En esta oportunidad, llegué como profesional del periodismo para entrevistarlo por su nueva serie documental, que desde este lunes transmite, minutos antes de las telenovelas, el canal Cubavisión de la televisión cubana.
Tiene apenas 27 años, pero su nombre, Dayron Leodanys Chang Arranz ya inspira respeto en el gremio periodístico, no solo por su profesionalidad y competencia, sino también por la calidad de sus producciones ‘Sonidos de Ciudad’, ‘Gracias Santiago’ y ‘Ciudad Clandestina’, las cuales resultaron multipremiadas en concursos y festivales de la radio y la televisión.
Aprovechando el marco de su quinta serie documental –participó, además, como guionista y conductor en ‘Santiago 500’- Sierra Maestra lo convidó al diálogo, ese terreno que tanto le gusta, pero solo cuando es él quien hace las preguntas.
¿En qué consiste esta, tu quinta serie documental?
La serie ‘Frank País: Semilla de una ciudad’, intenta narrar en siete capítulos, los últimos meses de vida del mártir haciendo un análisis, en retrospectiva, de los elementos que explican como un joven de 22 años logró movilizar con su ejemplo y su cruel asesinato a todo el pueblo de Santiago de Cuba.
Para eso se adentra en aristas como su formación evangélica y patriótica, en detalles de su etapa estudiantil que marcaron su pensamiento y especialmente en la influencia que tuvieron en él su madre y el hogar.
La serie también profundiza en la sensibilidad artística de Frank, revelando algunos de sus gustos musicales, su pasión por la pintura, así como por la poesía, que se convirtió en una vía para expresar su percepción de la soledad, el amor, la despedida o la amistad.
No se obvia tampoco en este trabajo la fuerte vocación pedagógica de ese gran hombre y se resalta la historia de cómo conoce a Fidel, gracias a la luchadora clandestina, recién desaparecida, María Antonia Figueroa, quien en una de sus últimas entrevistas reveló algunos pasajes de ese momento.
Igualmente, el material documental se interesa por reflejar lo que representó para él la clandestinidad absoluta, el vínculo con Vilma y con la Sierra Maestra y un golpe tan duro como la muerte de su hermano Josué. De la misma manera, enfatiza en sus movimientos por la ciudad en estado constante de persecución, en detalles de su muerte, así como en la manifestación popular que acompaño su cadáver hasta el cementerio.
¿Cómo surge la idea de producir esta serie dedicada a Frank País?
Las series como estas nacen por la necesidad de investigar nuevas aristas de la vida de hombres como este y por ese encanto que representa el desmitificar historias que esperan por ser contadas a las nuevas generaciones.
En mi caso, además, por querer mostrar el lado más humano de jóvenes como Frank, quien aun en medio de las tensiones, era capaz de amar, sentir por las artes y por los otros, pero sobre todo, por la necesidad de compartir la historia de un hombre, no mostrado a retazos sino en su dimensión más amplia.
Una de las particularidades de tu obra es la economía del tiempo. ¿Por qué tus series no sobrepasan los 10 minutos y cuál es el secreto para no dejar de ser profundo en el tema tratado pese a dicha peculiaridad?
Siempre puede contarse más en menos tiempo. La riqueza verdadera no está en la extensión de los trabajos sino en la profundidad con que se abordan los mismos. A pesar de que es un requerimiento que impone la programación, creo y confío que es mejor dejar enganchado que aburrir.
Las personas por la calle me dicen que lo peor de mis series es que acaban cuando empiezan a cogerle al gusto, creo entonces que he cumplido con el objetivo de que los televidentes se lleven al menos una noción de lo que quiero transmitir. En ese cortar tiempo se pueden racionalizar muchas cosas, excepto una: nunca puede faltar la emoción y en esta producción confieso que de Frank se aprende, pero a veces llega a doler.
Solo siete capítulos, pero ¿cuánto trabajo se esconde detrás?
Es una labor de meses, de lecturas infinitas, de llamadas por teléfono a todos lados del país, porque lo peor de hacer una serie en corto tiempo es que debes saber la mayor cantidad de elementos para entonces decidir qué es lo más importante a la hora de elaborar tu historia.
‘Frank País: Semilla de una ciudad’, implicó la lectura de casi todos los libros que sobre el tema se han escrito, indagar en los fondos bibliográficos y documentales de los museos, del centro de estudios Frank País, de la oficina de asuntos históricos del Consejo de Estado y de conversar en la mayoría de los casos con las personas que realmente han dedicado su vida a este tema.
En tu primera serie documental en televisión fuiste guionista y conductor, pero en esta lideraste tu propio equipo. ¿Qué aspectos valoraste para escoger el staff que te acompañó y qué retos entrañó la nueva posición?
Lo principal para conformar un equipo de televisión es lograr unir a través de la sensibilidad a esas personas que te rodean. Lo primero y más importante es que todos a tu alrededor sepan tanto como tú la historia que se va a contar y eso va desde el camarógrafo, en este caso Frank de la Guardia Jr., que cuenta las vivencias a través de las imágenes, el editor –Dennis Ruiz- que organiza el trabajo, las asesoras para la TV -Sheila Cata y Magdalena Pozo-, hasta el sonidista -Henrry Ibarra-, el productor -Frank de la Guardia padre-, e incluso el musicalizador, que debe reforzar lo que se cuenta con la música.
Tanto es así, que en este trabajo fue determinante la musicalización, debido a que casi toda la existencia de Frank estuvo acompañada por una melodía. Te podría poner el ejemplo de la zarzuela que escuchaba cuando le dan la noticia de la muerte de Josué, el tema ‘Historia de un amor’, que le dedica por teléfono a América Domitro horas antes de morir, etc.
Pudiera definírsete como un cronista de temas históricos, ¿qué te ha motivado a centrar tu obra documental hacia esta arista?
Me gustan muchas cosas aparte de la historia. Podría hacer crónicas de la realidad de hoy, por ejemplo, pero desde la serie radial ‘Sonidos de Ciudad’, es una necesidad narrarles a mis contemporáneos, con una visión presentista, ese pasado, porque de él también se aprende.
Soy otra persona desde que conocí al Frank que hoy modestamente comparto en la serie y no el que me dieron en la escuela o en los manuales. Habría que saber siempre que hay otros elementos más allá de los adjetivos que se le imponen en ocasiones a los héroes o hechos históricos.
Una aventura de este tipo siempre deja recuerdos imborrables, ¿qué momentos calaron más en ti durante la realización de este trabajo?
Te diría que revivir la historia es una manera de hacerla. Así que las anécdotas que me acompañan complementan hoy mi experiencia personal. Nunca creí ver a una mujer con la fuerza inquebrantable de Asela de los Santos llorar frente a un joven de 27 años o a otros tantos, incluso hombres, que pasado 60 años sufren la muerte de Frank como si solo hubiese pasado un día de aquel martes 30 de julio.
Cuando uno está frente a esas circunstancias comprende, primero, el verdadero significado de una persona como Frank en la vida de los otros y, segundo, asimila el por qué habría que recordarle siempre como un ser superior.
Una serie de tamaña envergadura requiere de la colaboración de muchas personas. ¿A quiénes en particular te gustaría agradecer?
Le agradezco a Santiago, la ciudad es casi siempre mi fetiche y la gente en la calle ayuda y colabora. Además, pienso en los que no están como el historiador Jorge Ibarra, que tuve que participar de su entierro después de haber coordinado días antes una entrevista con él.
También le doy las gracias al equipo de televisión, a Tele Turquino y a mis directores. Igualmente, a Yolanda Portuondo, que después de haber escrito tantos libros sobre Frank compartió con todo desinterés sus visiones, al igual que Maricel Coloma, directora del centro de estudios Frank País.
Y especialmente a Asela de los Santos porque nunca olvidaré cuando me expresó que era una responsabilidad compartir esa historia con gente de mi generación. Ahí supe dónde estaba la nuestra. Ser depositario de esos recuerdos que pueden perderse después de ellos es un peso muy grande, pero deberíamos aprender a llevarlo.
¿Trabajas actualmente en algún proyecto similar?
Ahora viene, y no precisamente de Santiago, una serie sobre la historia y cultura de Sancti Spíritus, pero sí se prepara con otro gran equipo una dedicada a los 70 años de la Universidad de Oriente. Esa, seguro será un poco nostálgica. Volver a los años de universidad da fuerzas, y espero siempre tenerlas porque si a Frank con 22 no le faltaron por que habrían de faltarme a mí.
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