El diario Juventud Rebelde de este domingo 16 de abril me ha dado una agradable sorpresa. 
Primero, un reportaje que aborda críticamente y con fuentes diversas el llamado proceso de integración de las universidades cubanas y concluye diciendo que “muchos aspectos necesitan corregirse,  sobre todo los derivados del burocratismo, porque la universidad se integró no solo para crecer numéricamente, sino también para expandirse en soluciones y cultura organizacional”. 
La sección de correspondencia recoge, de la mano de José Alejandro Rodríguez, estafas y maltratos al consumidor en instalaciones que en la capital han recibido recientemente el esfuerzo por renovar los servicios gastronómicos y señala sobre algo que ya hemos sufrido reitradamente: “el «sabor» del rescate en la gastronomía no se logra con sonrisas de estreno ni imágenes de alborozo en la prensa.”
José Alejandro regresa en la página de Opinión alertando acerca de que “el mercado informal, con su resaca distorsionadora, continúa rearticulándose en Cuba con fuerza inusitada” y el “peligro que representa para el socialismo cubano la consolidación de la economía subterránea, el auge del soborno, las redes articuladas del mercado negro, el voraz instinto de lograrlo todo, incluso en los servicios más sagrados de la sociedad, mediante «Poderoso caballero es Don Dinero».” En la misma sección, Graziella Pogolotti, firma “La narizota de Pinocho” del que solo recojo dos agudos fragentos: 
“Fraude comete quien oculta a sus superiores las realidades, que por duras que sean, tan solo reconociéndolas, serán atajadas. Fraude comete quien se refugia en formalismos para eludir el análisis de problemas complejos. Fraude mayor comete quien olvida el respeto a la sabiduría popular y las perspectivas irrenunciables de un ordenamiento equitativo de los bienes en común.
(…)
“A escala local, la narizota más grotesca de Pinocho se implanta en el rostro del burócrata que simula trabajar, mientras, casi siempre impuntual, posterga respuestas y soluciones, supervivencia de una mentalidad condicionada a someterlo todo a la orientación de «más arriba», unido a la precaria delimitación de la responsabilidad individual.”
Las carencias del teatro dirigido a los adolescentes en Cuba es investigada en un amplio reportaje de José Luis Estrada que está bien lejos del demasiado habitual tono de “crónica social” y las entevistas que no cesan de mencionar a ese tema omnipresente que es “mi carrera” con que muchas veces se aborda en nuestra prensa la cultura. Aquí no, este texto indaga sobre un sector del público generalmente desatendido en la programación teatral y la responsabilidad de las instituciones en ello. 
El recurso de la infografía, aun poco frecuente en nuestros medios, es empleado exitosamente en la sección Internacional para ilustrar el impacto que ha representado para la región el Acuerdo de Cooperación Energético Petro Caribe, creado por el Comandante Hugo Chávez, y ofrece, como indirectamente, una de las principales causas de la ofensiva contrarrevolucionaria que enfrenta hoy la Revolución Bolivariana.  
Con su documentada prosa, la habitual sección de Ciro Bianchi  encuadra al “General sin batallas” Francisco Tabernillas en el contexto de esa República neocolonial cuyo regreso algunos pretenden presentar como idílica solución para Cuba.
La Tira del Dedeté trae un humor corrosivo hacia problemas de la cotidianidad cubana y coloca al pie una frase inquietante y luminosa: “La reunión de factores no altera el producto”. Porque tal vez no sea con reuniones que se solucionarán muchos de los problemas que tiene por resolver la prensa cubana pero esta edición de Juventud Rebelde dice que algo del “producto” se está alterando y parece es para bien.