samedi 21 septembre 2019


Cultura

POEMA EN HOMENAJE

Un día como hoy, Víctor Jara era asesinado por la dictadura de Pinochet

El 16 de septiembre de 1973 militares chilenos asesinaban al cantautor popular en el Estadio de Chile, posteriormente bautizado como Estadio Víctor Jara. Aquí Edgardo Zouza dedica un poema en memoria del militante y artista.
Lunes 16 de septiembre | 12:53

Víctor Jara y la memoria insurrecta

I

Nacer en Ñuble,
en el sur del sur,
hijo de Manuel,
hijo de Amanda,
la guitarra y el campo,
la lluvia y la montaña

“igual que otros tantos
de niño aprendí a sudar,
no conocí las escuelas
ni supe lo que es jugar”

De la pobreza del campo
a la pobreza de edificios rodeada.
Vender comida
en los mercados de Santiago,
Manuel y su abandono
y la muerte temprana
de Amanda,
quien te enseñó a cantar.

Luego vendría el buscar a dios
y no encontrarlo,
algo más tarde el teatro,
el juego y la creación,
el cuerpo y la voz.

Pero la guitarra te reclamaba
“guitarra trabajadora
con olor a primavera,
que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas”
la guitarra que Violeta
te dijo que no dejaras,
la guitarra que Amanda
en tus manitas sembraba,
para darte pétalos y alas.

¡Esas mismas manos
que los pacos pensaron que quebraban
con culatazos de escopeta,
con pisotones de botas,
con su odio de mierda!

Y con la guitarra y tus manos
con tu voz y la palabra
cantaste sin olvidar
la raíz desde donde brotaban
y su lugar en la batalla
“Yo soy un trabajador de la música,
no soy un artista.
El pueblo y el tiempo dirán
si yo soy un artista.
Yo, en este momento,
soy un trabajador.
Y un trabajador que está
ubicado con conciencia muy definida”

II

La Moneda en llamas
y las metrallas.
Es septiembre en Chile,
el cóndor despliega sus alas,
y la primavera nace mutilada.

Somos cinco mil
dijiste en tus últimas palabras,
escritas entre la sangre,
con el llanto rasgando,
las manos rotas,
con el cuerpo destrozado.

“Somos cinco mil aquí,
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas”
escribiste en el estadio - cementerio,
somos cinco mil,
y apagaban cigarros en tu cuerpo,
somos cinco mil,
y la saña asesina cebada,
somos cinco mil
y los balazos,
al fin,
uno,
dos,
tres,
cuarenta y tres,
aparte del primero en la sien.

Cuarenta y cuatro agujeros
de balas militares,
la carne abierta
y tu sangre
estallada,
desparramada,
mezclándose
con la de otros camaradas.

“Aprendí el vocabulario
del amo, dueño y patrón,
me mataron tantas veces
por levantarles la voz,
pero el suelo me paró,
porque ahora no estoy solo,
porque ahora somos tantos”

III

Nacer en el sur del sur,
Amanda y la canción.
La pobreza en el campo,
la pobreza en la ciudad.
El teatro y la creación,
la danza y el amor.

El cóndor desplegó sus alas,
pero la primavera venció.

Pongo en tus manos abiertas
la memoria
de los cinco mil,
la memoria
de los treinta mil,
de los millones,
que serán primavera y flor,
pongo en tus manos abiertas
el sueño intacto de revolución,
“pongo en tus manos abiertas
mi guitarra de cantor,
el martillo de los mineros,
arado del labrador”
pongo en tus manos abiertas
la vida,
la vida que es eterna,
más allá de los cinco minutos,
la vida que es eterna
en la cadena
de la memoria insurrecta
“mi canto es una cadena
sin comienzo ni final
y en cada eslabón se encuentra
el canto de los demás”.






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