Vacaciones, tiempo libre, sol, playa, piscina… el verano, como todas las estaciones, tiene elementos que lo distinguen. Pero también hay construcciones más personales. Para mí, creo que eternamente, el verano tendrá el sabor de la limonada que preparaba mamá a la hora del programa televisivo Prisma… y olerá a la mata de cundeamor del patio.
Julio y agosto me retrotraen sin variación a las películas de artes marciales de la tarde y a las novelas como Aguas mansas que paralizaban al país; al bulto de libros que mi padre me traía de la biblioteca, a los aguaceros vespertinos y a las madrugadas que pasaba construyendo amagos de poemas.
El verano siempre lo imaginaré con los colores de la playita Bueyvaca de mi barrio natal, con la textura de los sorbetos en el quiosco de la esquina y con mis intentos anuales de aprender a tejer.
Así lo sigo sintiendo, aunque no tengo ya para mí los dos largos meses de asueto de los estudiantes en la etapa estival, sino quince días que a duras penas reparto entre asuntos hogareños pendientes, leer, dormir y pasar tiempo con quienes quiero.
No puedo negar que, al menos en Cuba, el verano lo cambia todo. La vida se ralentiza y, con excepción de lo inaplazable, la mayoría de los asuntos queda pendiente “hasta septiembre”: la especialista está de vacaciones (e inexplicablemente solo ella puede firmar); el médico no va a dar más turnos, solo verá urgencias…
El usuario se desespera, sufre, para luego resignarse: “A fin de cuentas, estamos en vacaciones”, y termina por adaptarse a no hacer gestiones en la tarde y mucho menos los viernes, so pena de no solucionar nada.
Porque el verano entre nosotros es también una actitud que nada deja de abarcar y mucho tiene de festiva; cada quien planifica a su manera el modo de atravesar esos meses de una forma agradable: viajar a la tierra natal, ver televisión, bañarse en la playa, ir a las fiestas populares, reencontrarse con la familia; disfrutar del cine, los museos, el helado de Coppelia…; arreglar los desperfectos del hogar, llevar a los niños a todos los paseos posibles…
En el foro de Cubahora ¡Llegó el verano! ¿Qué piensas hacer?, los usuarios hablaron de muchas de esas opciones y también de la factura eléctrica que se eleva considerablemente, de las alternativas de recreación que no siempre se corresponden con los bolsillos de los trabajadores; y, por supuesto, del ineludible calor, que tensa los nervios, y al que echamos la culpa de nuestra pereza veraniega.
La etapa es hermosa y también generadora de retos; deben vigilarse y regularse mucho más que el resto del año, la seguridad vial, el consumo de bebidas alcohólicas, la contaminación sonora. Que la recreación sea sana es el principio vital para que todos podamos pasarla bien y nadie sea víctima de la inconciencia ajena.
Cuando se acaba el verano, en ese instante marcado por las escuelas que abren otra vez sus puertas, la vida recobra su ritmo habitual, y hasta nos parece que, por arte de magia, ya el calor no es tanto de un día para otro. Cuando se acaba el verano, la gente suspira, y enseguida se pone a pensar qué hará cuando lleguen otra vez las vacaciones.
(Publicado originalmente en Cubahora)
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